Pocas veces entendemos que nosotros, como individuos, también podemos pausar. De hecho, existe una práctica, propuesta por la maestra budista Pema Chödrön que, precisamente, habla de esto.
Siempre que nos alejamos – aunque sea por unos minutos- de nuestra rutina habitual, ganamos una nueva perspectiva que nos resulta beneficiosa.
Vivimos vidas tan agitadas, que nos olvidamos de que nuestro cuerpo y nuestro cerebro necesitan descanso. Pausar es una oportunidad de reconectarnos con nuestro interior y nuestro propósito.
- Cuando te sientas atrapada en algún sentimiento abrumador, negativo, o en un pensamiento inquietante, tómate un momento, suelta lo que estás haciendo, y haz tres respiraciones profundas. Inhala por la nariz y exhala por la boca.
- Observa y absorbe tu entorno por unos momentos. Admira algo que haya a tu alrededor. Agradece a la vida por lo bueno que te ha dado.
- Toma unos 10-20 minutos, pon música instrumental y agarra una hoja en blanco y algunos plumones. Dibuja en la página – ya sea de forma literal o abstracta- lo que te está estresando o acaparando tus sentidos. Muchas veces, dibujar nos ayuda a expresar emociones que pueden ser difíciles decir en palabras.
Realiza esta sencilla práctica siempre que quieras reconectarte con tu interior, o que necesites energía, claridad o simplemente pausar un momento.