Guardar espacios

En estos días facilité un taller que llamé ¨Guardando espacios¨ y es inspirado en el trabajo de Heather Plett, una terapeuta canadiense que ha escrito ampliamente de este tema.

¿Te ha pasado que vas al cine con alguien y esa persona te pide que le guardes el asiento en lo que regresa? Tú estás al pendiente de que nadie lo ocupe, pero no te sientas en él, pues sabes que ese no es tu lugar, que le pertenece a otra persona que confía en que lo encontrará libre cuando regrese.

Pues eso ilustra lo que es guardar espacio.  Se trata de:

•       Respetar el proceso personal de cada individuo.

•       Liberarnos de la necesidad de control, y confiar en la sabiduría y la autonomía de los demás.

•       Acompañar sin juzgar.

•       Permitir que la otra persona aprenda por sí misma.

Hay quien piensa que ayudar es hacer el trabajo por otro.
Pero en realidad es:

•       No quitarle el poder a la otra persona tratando de solucionar sus problemas.

•       No avergonzarle, insinuando que deberían saber más de lo que saben.

•       Evitar abrumarle al darle más información de la que está preparadas para recibir.

•       Se trata de hacerles sentir seguros y acompañados, incluso cuando cometen errores.

Otro aspecto de guardar el espacio, es que los consejos se dan cuando se te piden. En algunos casos (los menos) puedes preguntarle a la persona si puedes darle un consejo y hacerlo si te dice que sí.  Aclara que es lo que tú harías, no necesariamente lo que la persona debe hacer y recuerda que la situación ideal es ayudar a la otra persona a ver todas las opciones que tiene para que pueda tomar una decisión informada.

El éxito o el fracaso de otra persona no depende de nuestra intervención. Sea cual sea el resultado, debe provenir de lo que entienda que es mejor para ella. Y es que todos y todas hemos fracasado de alguna forma u otra. No sirve de nada flagelarnos ni avergonzarnos si fallamos o la gente que queremos comete un error. Eso parte del proceso de crecimiento y aprendizaje de la vida.