Relojes- Haarlem

Cuento: El Tiempo es un Tesoro

Era el principio del año escolar y Chegüí quería estar en el equipo de pelota de su escuela, cantar en el coro de su iglesia, unirse a los Boys Scouts y jugar ajedrez en el club de su abuelo.

¡Imposible! le dijo doña Yiya, su mamá. No hay tiempo para tantas cosas. Además, apenas tienes disciplina con las asignaciones de la escuela. Mira que no quedé muy contenta con tus notas del semestre pasado. Todo el tiempo que tengas es para tus estudios y punto.

Chegüí se sintió molesto. Pero no dijo nada, pues en el fondo sabía que su mamá tenía la razón.  Esa noche, ideó un plan del cual no le habló a nadie… se convirtió en su secreto.

En la tablilla más alta de su armario, puso una caja de zapatos vacía, que había decorado con pegatinas y le había abierto una gran ranura en la tapa. ¡Será mi alcancía de tiempo! dijo para sí.

Cada vez que terminaba su tarea y ya no le quedaban más deberes por hacer, Chegüí apuntaba en un papelito el tiempo libre que le quedaba. Así fue acumulando quince minutos, una hora, cuarenticinco minutos.. ¡Un día depositó cuatro horas completititas!!

Había pasado tres meses, y la caja de zapatos estaba casi llena de papelitos. Como sus calificaciones habían mejorado muchísimo, Chegüí decidió que era el momento perfecto para revelarle a su mamá que él había ahorrado bastante tiempo y que ahora sí podía hacer todo lo que quería.

Mira máma, dijo con orgullo. Aquí tengo más o menos 80 horas… ¿Ahora sí puedo hacer todas las otras cosas que quería hacer?

“Hijo Mio”, le dijo doña Yiya con mucha ternura y un poco de tristeza. El tiempo no funciona así. Ojalá pudiéramos guardar tiempo y usarlo a nuestra conveniencia. Pero la realidad es que no podemos detener el tiempo, ni  echar el tiempo hacia atrás para hacer cosas que no quisimos o pudimos hacer… Tampoco podemos adelantarnos en el tiempo. Ni preocuparnos mucho por lo que futuro traerá pues son muchas las cosas que influencian el rumbo de nuestras vidas.

Hay momentos que se nos escapan y por más que queremos no podemos recuperar. Hay momentos
gratos y momentos tristes que recordaremos por siempre. Sólo podemos vivir intensamente el ahora, porque el ayer ya pasó y el mañana no ha llegado.

Chegüí, se encogió de hombros.

Pero…te digo algo, Chegüí. He visto como te has esforzado por subir tus notas, cómo enseguida que llegas de la escuela haces tu tarea, enfocado y con mucha dedicación. Yo creo que para el próximo semestre sí tendremos tiempo para hacer al menos algunas de esas actividades que quieres. Quizá ya haya que esperar bastante más para entrar al equipo o al club de ajedréz porque se nos pasó el comienzo de la temporada. Pero tranquilo, que buscaremos algo para invertir tu tiempo…porque aprendiste y me enseñaste que el tiempo es un tesoro.

Foto: Alba Leal
Vestíbulo del Ambassador City Centre Hotel, Haarlem Netherlands.