Amígate con tus emociones

Culturalmente, aprendemos a catalogar y etiquetar nuestras emociones. Nos apegamos a aquellas que nos parecen placenteras e ignoramos las que nos resultan incómodas.

Lo cierto es que toda emoción trae un mensaje de nuestro interior que debe ser atendido.

Cuando suprimimos una emoción, esta tiende a regresar con una fuerza mayor, y terminamos actuando de forma reactiva o desproporcionada.

Peor aún, a veces de tanto ignorar nuestras emociones, nos volvemos en robots que ya no sentimos ni lo bueno, ni lo malo.

¿Qué tal si esta semana haces el intento de observar tus emociones? 

Hazte consciente de lo que sientes durante el día y acéptalo con curiosidad.  Identifica tus emociones con su nombre y  agradéceles por lo que te quieren comunicar. Si te es posible, convérsalas con una persona en quien confíes o toma una hoja de papel, un plumón y dibújalas. Nota si tienen cosas en común o como se diferencian.

Darnos tiempo de explorar lo que sentimos nos ayuda a tomar mejores decisiones y sobre todo, a sentirnos vivos.